04 Mar
04Mar

Vamos a jugar un juego: Piensa esto por un momento, y déjame en los comentarios lo que creas que es; después lee esto y comenta tu propio comentario lo que piensas al respecto. ¿Cómo cambió tu perspectiva, lo que ahora piensas, todo eso que te imaginas (siempre con respeto, les encargo)?


Imagina que tienes una novia/o (bueno, si ya tienes ya no lo imagines, sólo recuérdalo y piensa en ella/él pero no de forma romántica, sino analítico restrospectivo), trata de recordar quién decidió empezar a hablar, quién propuso la primera cita, quién se le declaró a quién, quién dejó que todo eso pasara como pasó. Probablemente estés pensando que tú lo hiciste, y trates de acoplar tu respuesta a algo que te genere cierto consuelo afectivo, emocional y hasta cognitivo (sí, del pensamiento), probablemente creas que tiene que ver con un juego cultural en donde el interesado o la interesada son quienes tienen que llevar a la acción todo el plan (o tal vez ni siquiera planificaste y simplemente te lanzaste a hacerlo) con tal de que te dieran el sí. Es el autoengaño clásico, que no está mal, pero no suele ser beneficioso. Ahora, si piensas que fue la otra persona pues aplica algo similar, ya te diré por qué, y es aquí en donde entra el Emparejamiento Selectivo (bien podrías aplicarlo a tus clases de teoría de la conspiración).

La definición nos dice que el emparejamiento selectivo es una tendencia a emparejarnos (claro) con un individuo/a que se asemeje a este primero (a nosotros) en algún aspecto, pero más específicamente, a un aspecto relacionado al CI (Cociente Intelectual, intelecto, inteligencia), este emparejamiento conlleva a una mayor heredabilidad de ciertos rasgos que se consideran convenientes y hasta socialmente provechosos. Ahora, ¿cómo esto tiene relación con mi pareja, o la pareja que me imaginé? Pues bueno, esta selección no es forzosamente consciente, al final seguimos siendo animales cuyo comportamiento fluctúa entre el contexto y nuestras cogniciones, y al no ser consciente, la unión (y separación) de estas parejas puede depender de procesos subconscientes, no determinados por la personalidad, el físico, o cualquier otra cosa que te imagines. Y así, la próxima vez que te rechace, o terminen contigo, no es precisamente porque seas feo, o mala onda, tal vez simplemente eres incompetente, o poco inteligente, o hayan encontrado a alguien con afinidades intelectuales más próximas que las tuyas, afinidad como en el efecto D-K (lo veremos en el siguiente artículo).


Por supuesto esto no quiere decir que si te eligen seas igual de inteligente que la otra persona, tampoco implica que sean muy inteligentes o muy poco, sólo que eligieron a alguien cuya inteligencia se asemeja. Y tampoco esto implica una regla en la elección de pareja. Al final, sabemos que como organismos biológicos que somos, estamos limitados a procesos de selección direccional, estabilizadora, disruptiva, equilibradora, de neurodiversidad, y todo tipo de contingencias de las cuales no tenemos control ni podremos observarlas...

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